
En campos de anís estrellado,
rodeados por maderos de canela,
intuyo que deseas sonreír
y no te prohíbo ningún gesto,
por ser quien hoy siembra alegría
Haciéndole paraíso al pasto
le estrechas el cuerpo,
atas una mirada al viento
y echan vuelo sutiles brillos
por derredores de tu rostro
Parada a golpe de cielo,
las gotas en tus plantas
son tamaño mar,
el asfalto convierte su presencia en nube
y una hoja atada a un rio sube y sube
Despejado el mundo
ahonda el arcoíris
en fragancia de azucenas y polvo de lavanda
que sin permiso abrazan tu cabello
en su vaivén del viento
Haciendo de edén, lugar cotidiano
articulas en palabras
un sueño que da sensibilidad
que evade límites nocturnales,
que cosecha nuestro camino...
rodeados por maderos de canela,
intuyo que deseas sonreír
y no te prohíbo ningún gesto,
por ser quien hoy siembra alegría
Haciéndole paraíso al pasto
le estrechas el cuerpo,
atas una mirada al viento
y echan vuelo sutiles brillos
por derredores de tu rostro
Parada a golpe de cielo,
las gotas en tus plantas
son tamaño mar,
el asfalto convierte su presencia en nube
y una hoja atada a un rio sube y sube
Despejado el mundo
ahonda el arcoíris
en fragancia de azucenas y polvo de lavanda
que sin permiso abrazan tu cabello
en su vaivén del viento
Haciendo de edén, lugar cotidiano
articulas en palabras
un sueño que da sensibilidad
que evade límites nocturnales,
que cosecha nuestro camino...
[Fernando Delgadillo - "Primera estrella de la tarde"]
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